Una sabia
decisión de Sancho Panza
Para presentar otro tipo de
paradojas, de cuyo enunciado cabe numerosas variantes, parece lo más conveniente
reproducir unas páginas del Quijote, en el Capítulo LI de la Segunda Parte. Es,
sin duda, el escrito de CERVANTES más profesionalmente considerado por los
matemáticos, y se refiere a un episodio del gobierno de Sancho Panza en la
ínsula Bataria.
He aquí, pues, la cuestión que
cierto día ofreció un forastero al juicio y sentencia de Sancho Gobernador:
- Señor, un caudaloso río dividía dos términos
de un mismo señorío... Y esté vuesa merced atento, porque es caso es de
importancia y algo dificultoso. Digo, pues, que sobre este río estaba una
puente, y al cabo de ella una horca y una como casa de audiencia, en la cual de
ordinario había cuatro jueces que juzgaban por la ley que puso el dueño del río,
de la puente y del señorío, que era de esta manera:
"Si alguno pasare por
esta puente de una parte a otra, ha de jurar primero a dónde va y a qué va; y si
jurare la verdad, déjenle pasar, y si dijere mentira, muera por ello ahorcado en
la horca que allí se muestra, sin remisión alguna"
Sabida
esta ley y la rigurosa condición della, pasaban muchos, que luego en lo que
juraban se echaba de ver que decían la verdad, y los jueces los dejaban pasar
libremente.
Sucedió,
pues, que tomando juramento a un hombre, juró y dijo, que para el juramento que
hacía, que iba a morir en aquella horca que allí estaba, y no a otra cosa.
Repararon
los jueces en el juramento y dijeron:
- Si a este hombre le dejamos pasar libremente, mintió en su juramento, y
conforme a la ley debe morir; y habiendo jurado la verdad, por la misma ley debe
ser libre.
Pídese a vuesa merced, señor gobernador, ¿qué harán los jueces de tal hombre?
que aun agora están dudosos y suspensos; y habiendo tenido noticia del agudo y
elevado entendimiento de vuesa merced, me enviaron a mí a que suplicase a vuesa
merced de su parte, diese su parecer en tan intrincado y dudoso caso.
A lo que
respondió Sancho:
- Por cierto que esos señores jueces, que a mí os envían, lo pudieran haber
excusado; porque yo soy un hombre que tengo más de mostrenco que de agudo; pero,
con todo eso, repetidme otra vez el negocio de modo que yo lo entienda; quizá
podría ser que diese en el hito.
Volvió
otra y otra vez el preguntante a referir lo que primero había dicho, y Sancho
dijo:
- A mi parecer, este negocio en dos paletas le declararé yo si es así: el tal
hombre jura que se va a morir en la horca; y si muere en ella juró la verdad, y
por la ley puesta merecer ser libre, y que pase la puente; y si no le ahorcan
juró mentira, y por la misma ley merece que le ahorquen.
- Así es como vuesa merced dice, dijo el mensajero; y en cuanto a la entereza y
entendimiento del caso, no hay más que pedir ni que dudar.
En los primeros comentarios
matemáticos a este problema se procuró incluirlo entre las paradojas de la
Teoría de Conjuntos, pero su interés más cierto se ofrece como problema de
Álgebra proposicional. Así se propone, llamándole ya problema de Cervantes en el
clásico libro de Lógica Matemática de A. CHURCH (1956). Cuando se formaliza la
cuestión se llega a establecer (como lo hace, por ejemplo, PI I CALLEJA en un
bonito artículo sobre paradojas clásicas), como era previsible, que ninguna
decisión hará cumplir la ley. ¿Qué hacer entonces? La sentencia que dicta Sancho
Panza en como sigue:
- Venid acá, señor buen hombre, respondió
Sancho; este pasajero que decís, o yo soy un porro, o él tiene la misma razón
para morir que para vivir y pasar el puente; porque so la verdad le salva, la
mentira le condena igualmente; y siendo eso así como lo es, soy de parecer que
digáis esos señores solverle, que le dejen pasar libremente, pues siempre es
alabado más el hacer bien que mal; y esto le diera firmado en mi nombre, si
supiera mejor firmar; y yo en este caso no he hablado de mío, sino que se me
vino a la memoria un precepto, entre otros muchos, que me dio mi amo don
Quijote, antes que viniese a ser gobernador de esta ínsula, que fue cuando la
justicia estuviese en duda, me decatase y acogiese a la misericordia; y ha
querido Dios que agora me acordase, por venir en este caso como de molde.
¡Buen Sancho Panza!... Podíamos
alabar, después de esta lectura, la no fingida modestia que sus contestaciones
transparentan, y también su fidelidad al cristiano y cabal precepto que don
Quijote le diera; pero lo que a cualquier matemático debe resultar simpático es
su buen deseo de declarar "en dos paletas" el planteo de una cuestión cuando,
como sucede muchas veces, viene estorbada en su comprensión por una multitud de
detalles no esenciales.
En su conocido texto de
Álgebra, GODEMENT enuncia el problema en la forma siguiente:
"Los caníbales de una tribu se
preparan a comerse un misionero. Deseando demostrarle una vez más su respeto a
la dignidad y a la libertad humana, los caníbales proponen al misionero el
decidir él mismo de su suerte haciendo una breve declaración; si ésta es
verdadera, el misionero será asado, y si es mentira será hervido. ¿Qué debe
decir el misionero para salvar su vida? (según CERVANTES)."
La referencia "según Cervantes"
es del todo justa, porque aunque el problema parezca distinto al de Sancho, es
matemáticamente idéntico. Esta diferencia de forma con identidad de fondo
matemático es cosa frecuente.