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  La esposa fiel
 
La esposa fiel Estaba Catalinita sentada bajo un laurel, con los pies en la frescura viendo las aguas correr. En eso pasó un soldado y lo hizo detener: “Deténgase mi soldado que una pregunta le haré.” “¿Qué mandáis gentil señora? ¿Qué me manda su merced? Para España es mi partida ¿qué encargo le llevaré?” “Dígame mi soldadito: ¿de la guerra viene usted? ¿No lo ha visto a mi marido en la guerra alguna vez?” “Si lo he visto no me acuerdo, déme usted las señas de él.” “Mi marido es alto y rubio y buen mozo igual que usted. Tiene un hablar muy ligero y una lengua muy cortés. En el puño de su espada lleva señas de marqués.” “Por sus señales señora su marido muerto es, en la mesa de los dados lo ha matado un Genovés. Por encargo me ha dejado que me case con usted que le cuide sus hijitos conforme los cuidaba él.” “No me lo permita Dios, eso sí que no lo haré. Siete años lo he esperado y siete lo esperaré. Si a los catorce no viene de monja yo me entraré. A mi tres hijos varones los mandaré para el rey, que le sirvan de vasallos y que mueran por la fe. A mis tres hijas mujeres conmigo las llevaré.” “Calla, calla Catalina cállate infeliz mujer hablando con tu marido sin poderlo conocer.”
 
   
 
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